El Cojo Ilustrado (1892 - 1915)


PERMANENTE

Muchas veces, en nuestra correspondencia y en «El Cojo Ilustrado», hemos suplicado que no se nos envíen retratos, biografías, versos y escritos que no hayamos pedido. Sin embargo, llueven sobre esta empresa artículos de personas del interior de la República á quienes no conocemos. Esto nos hace un daño inmenso, primeramente por que nos obliga á multiplicar la correspondencia con detrimento de nuestras ocupaciones, y después porque nos pone en el caso, siempre penoso, de rechazar esos trabajos que no pueden tener cabida por diferentes razones. Aun siendo aquéllos buenos, es imposible publicar en una Revista quincenal cuánto á ella se envía. Unos, son malos y largos; y otros tratan asuntos ajenos á la índole de esta Revista. Repetimos hoy nuestra súplica y encarecemos de nuevo:QUE NO SE NOS ENVIEN VERSOS, ARTICULOS, MUSICA NI RETRATOS QUE NO HAYAMOS PEDIDO, pues hemos resuelto definitivamente inutilizarlos, sin previa lectura.

n el año de 1880, el señor Jesús María Herrera Irigoyen fue nombrado Gerente en Caracas de la empresa de cigarrillos "El Cojo" (la cual debe su nombre a uno de sus dos dueños: Manuel E. Echezuría, mejor conocido como «el cojo Echezuría»). La tesonera labor de Herrera Irigoyen lo llevó a ingeniarse novedosas artimañas publicitarias para promocionar su producto en un mercado tan reñido como el de cigarrillos en Venezuela. Una de esas estrategias fue la creación de un suplemento dirigido por José María Reina con el cual se publicarían los productos de «El Cojo», apareciendo el primer número en 1881, en lo que podría denominarse la primera época de «El Cojo Ilustrado».

Al morir Echezuría, la empresa se clausura y se forma una nueva sociedad entre Valarino (el otro dueño inicial) y Herrera Irigoyen, a la que siguen llamando El Cojo, pero dedicada ahora al negocio editorial. Esta sociedad se disolvería diez años más tarde, y la empresa pasaría a ser propiedad de Irigoyen, cuyos hijos se incorporarían a la empresa. Es entonces cuando se inicia el proyecto editorial más importante que había tenido Venezuela para ese entonces: «El Cojo Ilustrado», un quincenario que se inició en enero de 1892, cuya importancia, no sólo contribuiría de forma decisiva al crecimiento intelectual y el sentido de universalidad del venezolano de principios de siglo, sino que además traspasaría los limites del país para convertirse en una referencia literaria en toda América. La dirección inicial del suplemento estaría a cargo de Manuel Revenga, y luego, cuando a aquel le fue otorgado un cargo diplomático en Europa, sería el mismo Herrera Irigoyen el director del suplemento hasta 1915, año en que se mantuvo de manera ininterrumpida.

Dada la notoriedad que tuvo este ambicioso proyecto literario, no era de extrañar que se convirtiera en la encrucijada donde convergerían las creaciones de las más importantes firmas de la Venezuela de entonces, así como el pensamiento crítico de nuestros más connotados intelectuales. Esto dio pie a lo que se conocería con el tiempo como la generación de El Cojo. Esta generación incluye a todos aquellos autores que cimentaron su voz durante la existencia de esta revista.

No obstante El Cojo Ilustrado haber sido una revista que recogió la creación literaria en todas sus manifestaciones, y que esa generación incluyó una enorme cantidad de poetas, hemos querido recoger aquí un pequeño grupo de aquellos que trabajaron básicamente las formas en prosa de la literatura de entonces. Es así como vemos cómo convergen crónicas, cuentos, relatos, reflexiones, artículos de costumbres, ensayos, en una demostración fehaciente de lo saludable que se encontraba nuestra literatura entonces, animada, sin duda, por ese enorme esfuerzo que significó esta legendaria revista.

Ficción Breve Venezolana rinde de esta manera un homenaje a esa primera generación de prosistas crecida en torno a esa publicación, la cual se constituyó en referencia inevitable para el desarrollo de las siguientes generaciones de narradores, ensayistas y pensadores en general que ha tenido nuestro país a lo largo del siglo XX.

NOTA: Ciertos parámetros influyeron en la selección de los autores incluídos en la muestra presente: uno de ellos, obviamente, es que hubiese publicado trabajos en prosa; la segunda, es que preferiblemente hayan comenzado a publicar en ella durante la primera década de existencia de la misma, con cierta frecuencia y durante un tiempo prolongado (este criterio excluye, por ejemplo, a firmas tan connotadas como Job Pim y Rómulo Gallegos, que publicaron hacia el final de la misma; por lo que no consideramos que pertenecían a esa generación). Otro factor que influyó en la escogencia, fue la posibilidad de ofrecer la mayor variedad de los géneros que solían utilizar los autores de entonces. De cualquier manera, toda selección supone una injusticia. Vale aquí la posibilidad, por tratarse de un proyecto digital, de que esta muestra se amplíe hacia otros autores, para beneplácito de nuestros lectores.

NOTA 2: Vale la pena aclarar a los visitantes de este sitio, que se decidió respetar la ortografía tal y como aparece en El Cojo Ilustrado. Por lo tanto, los acentos empleados en estos textos son reproducciones fidedignas de la revista.


Una producción de Ficción Breve Venezolana
en convenio con el Instituto Universitario Experimental de Tecnología La Victoria (IUET-LV)

ELABORACIÓN: Mariela Dieppa