Las «palabras desterradas» en la escritura de Milagros Socorro

28/ 04/ 2013 | Categorías: Especiales, Herramientas, Lo más reciente

¿Existen palabras abolidas de los textos de determinados autores? Iniciamos esta serie de Las palabras desterradas, con la reconocida narradora y periodista Milagros Socorro, en la cual nos responde a las preguntas: ¿Cuáles son esas palabras que jamás emplearía en sus textos narrativos? ¿Por qué?

milagrosDebo aclarar que son pocas las palabras que, de entrada, descarto; y en los últimos tiempos me he vuelto cada vez más libre —y afecta— a usar zulianismos y, más específicamente, perijanerismos, cuando son los primeros que se me vienen a la mente para expresar una idea o estado del alma. Tengo una lucha para no usar palabras de segunda opción, ésas que se buscan para sustituir las primeras que se te ocurren, por resultarte éstas rudas o demasiado de andar por casa. Sin embargo, hay, efectivamente, palabras que me chocan al leerlas y que nunca usaría.
Te las anoto según vaya recordándolas.
Fémina. Me resulta relamida, inexpresiva y, no sé por qué, peyorativa. Prefiero, desde luego, escribir mujer, que no admite sinónimos.
Colocar (en vez de poner). Tengo tal rechazo por esta falsa sinonimia, que entro en sospecha inmediata frente al autor que se permite escribir «el vestido que se colocó», «se colocaron en contacto» o «las medicinas que le colocó el médico». No entiendo qué pasó con el muy preciso verbo poner, que en muy pocos casos puede ser sustituido con propiedad con el de colocar, referido a un cuerpo u objeto que se apoya o adosa sobre una superficie.
Hediondo, da. No sé si no las incluiría en mis textos, pero las evito porque me producen vergüenza.
Regla (por menstruación). No suelo ni siquiera decirla. Me resulta molesta. Me parece que le da un rodeo a lo que pretende aludir.
Falencia. No la sé usar. Además, me suena a nombre de flor, de aspecto siempre mustio, usada en jarabes medicinales.
Voseo. Carezco de soltura para emplear el voseo en la escritura. Por alguna razón incomprensible, mi madre, que siempre voseó con mi padre, su marido y su gran interlocutor, nos reprimió, a mí y a mis hermanos el voseo al uso en Perijá, donde crecimos, por considerarlo, creo, ordinario. Mi padre aludía a mi hermano y a todos los hombres con los que interactuaba con el tratamiento de «vos» pero a mis hermanas y a mí, generalmente, con el de «tú». Con las personas más íntimas, incluido mi hijo, que ha crecido en Caracas y jamás vosea, suelo decir «vení», «¿quereis?», «sentate», «veis», «pensá» o «¿te fijais?»; y cuando hablo con un zuliano, automáticamente me vuelvo bilingüe, y digo: «cómo estáis?», esto, sin pensarlo, pero nunca comienzo una oración con el pronombre vos. Cuando escribo un diálogo entre hablantes de voseo, que, como sabes, se practica en toda nuestra América y está muy difundido por buena parte de Venezuela, se me arma un enredo. Además, el voseo del Zulia tiene la particularidad de ser diptongado (teneis, no tenés, como suele decirse en toda América y en algunas zonas venezolanas). e incluso triptongado: «¿tendriais la caridad de alcanzarme un vaso?», decía mi padre, un hablante del maracucho más profundo. Tal abundancia de vocales y ese tono como mayestático me resultan complicados.

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2 Comentarios a “Las «palabras desterradas» en la escritura de Milagros Socorro”

  1. Coincido con Milagros excepto en los zulianismos porque soy caraqueñísima.
    Aborrezco el colocar; tan afectado y falso frente al sincero poner.

    Estaré muy pendiente de esta categoría. Estos destierros literarios sí son divertidos.

  2. Jose R Alvarado dice:

    La lengua es viva y se usa de acuerdo a costumbres, por eso es tan difícil comunicarse en Español en Miami, donde debes aprender a escuchar a los hispano parlantes para no equivocarte utilizando palabras que para uno son inofensivas y para otros muy ofensivas.

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