Librero podría ser sinónimo de libro
23/ 04/ 2014 | Categorías: Especiales, Lo más reciente«-¿Ustedes venden los libros de Sócofles?
-¿Cuál quiere?
-El hipo rey.»
Héctor Yanover
Uno dice «Día del libro» y piensa inmediatamente en escritores y lectores, y olvidamos, de seguro, a esos sujetos que viven, precisamente, de y para los libros: los libreros. No por nada Héctor Yanover escribió en su libro Memorias de un librero, que «un librero es un tipo que cuando descansa lee; cuando lee, lee catálogos de libros; cuando pasea, se detiene a frente a las vidrieras de otras librerías; cuando va a otra ciudad, otro país, visita libreros y editores.» Lo mismo sucede si se reúnen dos o más de estos especímenes: la conversación invariablemente se dirige hacia los libros, porque para el librero el libro es una forma de vida. La palabra librero podría ser casi un sinónimo de libro.
Y parte de la vida diaria de este maravillosa ocupación lo representan esas anécdotas que, aunque cada día dentro de la librería sea distinto, se hacen inolvidables por lo curiosas o extrañas que son.
Para celebrar este día, y acercarnos un poco a la magia de ese oficio, consultamos a un grupo de libreros de la ciudad acerca de cuál o cuáles han sido las solicitudes de libro más extrañas, extravagantes o curiosas que recuerdan haber recibido. A continuación sus respuestas:
Jonathan Bustamante, librero de Alejandría III (Centro Comercial Chacaito), contó que tiene ya más de ocho años en el oficio «Primero en las grandes cadenas de librerías del país y en los últimos 5 años con las librerías Alejandría del grupo editorial Alfa», precisa.
Ante la pregunta sobre los libros más extraños que le haya solicitado algún cliente, rememora que «me he topado con muchas solicitudes extrañas pero existe una en particular que no deja de sorprenderme: Un hombre joven me pide un libro de nombre impronunciable (tanto así que no lo recuerdo). Me apoyo en el sistema de inventario y no doy con el libro. Él sigue insistiendo en que lo consiga, por lo que opto por realizar la búsqueda por diferentes métodos de rastreo por internet sin dar con el misterioso libro. El hombre, algo consternado me dice:
– ¡Qué raro! Si lo he soñado, debería existir. Seguiré buscando.
Recuerdo verlo mientras se retiraba y dejaba su locura en mi puerta», relata Jonathan, con el mismo desconcierto con el que vio alejarse a aquel cliente.
Con 32 años de experiencia en el área, siempre al frente de la Librería Noctua (Centro Plaza), Andrés Boersner es uno de los libreros con mayor trayectoria en nuestro país.
Muchas son las anécdotas que, tras todos esos años, podría recordar Boersner, pero asegura que «el libro más extraño que me pidieron es uno que no existe, pero que el potencial cliente, en actitud agresiva, juraba haber visto y ojeado: «Viaje a Venezuela en 1945″ de Alexander Von Humboldt. De nada valió que le dijese que el autor había muerto 80 años atrás. Dijo que no le gustaba que pusiese en duda su palabra y me refirió un pasaje del periplo de Humboldt por los llanos en camioneta. Al final preferí seguirle la corriente, aunque sé que algún descendiente del Barón visitó Venezuela durante el siglo XX, pero no ese año, no se llamaba Alexander y tampoco viajó en camioneta ni dejó relato sobre el particular”.
Otro libro insólito que le han solicitado “fue uno de fotografías del infinito, que supuestamente había editado la revista Life.»
Y es que si algo es difícil en ocasiones, es sacar a un cliente, equivocado, de su error. Andrés, por ejemplo, recuerda también que «una vez me pidieron la biografía de José Rafael Pocaterra, cuyo autor, supuestamente, era yo.» Quisimos saber si el cliente no estaría confundido con la biografía de Rufino Blanco Fombona de la que Boersner es autor, pero él asegura que «no, yo le pregunté que si era la de Rufino y me dijo que alguien le había recomendado mi biografía de Pocaterra».
Y si las anteriores nos parecen anécdotas curiosas, Boersner concluye que «lo más extravagante que me pidieron fue una almohada para libros».
En el extremo opuesto, en el de los libreros de la ciudad con menos tiempo en el oficio, está Jesús Santana, librero de Estudios (La Castellana), quien lleva 2 años y medio al frente de la misma. “Bueno la librería al estar un poco escondida hace que el público que la visita sea un poco más peculiar en lo que respecta a lecturas y gustos”, comienza Santana, agregando que contrario a los demás casos, lo que es raro, es la librería. “En este tiempo más bien la librería se ha vuelto un lugar en el que no necesariamente van a buscar algo raro, más bien es la librería la que ha traído libros bien particulares para un público bastante abierto o ese lector que busca algo nuevo/experimental, ya que hay libros que son, sin duda alguna, objetos que ya en su sola edición los hace especiales o muy extravagantes. Así me vienen a la memoria libros como “Composición nº1” de Marc Saporta, que es un libro de lectura muy complicada, una edición hermosa bien particular y un libro en el que cambia la historia según uno ordene sus hojas; “El último amor en Constantinopla”, de Milorad Pavić, que se puede leer ayudado por unas cartas de Tarot incluidas en el libro; “La casa de hojas”, de Mark Danielewski; el ensayo “Los Señores del Caos”, de Michael Moynihan y Didrik Søderlind, hasta todos los libros de Aleister Crowley y algo como “La Biblia Satánica” de Anton Szandor LaVey. Libros tan curiosos, que es el boca en boca entre lectores el que hace que vengan a buscarlos, porque no son best sellers o esos a los que todo el público tiene un acceso fácilmente. Es por eso que es muy placentero cuando viene alguien viene buscando libros como estos, porque es inevitable la pregunta ¿Cómo conoces este libro o autor?”
De hecho, la única nota curiosa que podría contar Santana, es que “es muy pero muy raro es que entre alguien preguntando por autores como Paulo Coelho o Deepak Chopra. En los casi tres años que llevo en la librería hasta ahora no ha entrado el primero.”
Rodnei Casares es la cara al frente de la Librería Alejandría II (Paseo Las Mercedes), quien tiene catorce años en el oficio “y la verdad es que durante todo este tiempo podría llenar un cuaderno de notas con todas las preguntas raras”, señala.
Como sucede con todo librero, sabe que “todos los días a todas horas buscan cosas que no se venden en una librería, pilas, cartas, pega loca, cartuchos, tarjetas telefónicas, cigarros, papel lustrillo, tippex… pero esas no cuentan”, ya que “las que se recuerdan son las más inocentes; como cuando piden un libro y solo te dicen que la portada era amarilla, o las del tipo `Recuerdo que el apellido del autor comienza por la A´, y hasta las que dicen que `el libro es de este tamaño´ (inserte manos aquí). De ese tipo hay muchas, pero como me piden que diga alguna extraña, extravagante o curiosa, comparto esta:
-Disculpa, Rodnei ¿Tendrás el genérico de este libro?»
Por su parte, el poeta Alexis Romero, librero de Templo Interno (Centro Plaza), asegura que “me persiguen 11 años ejerciendo el maravilloso oficio de librero. Un oficio, un hábito que ha hecho más simple mi vida. Y eso lo agradezco. Amo ese oficio.”
Y por supuesto, en esos 11 años también tiene muchas historias que contar, de las que comparte las siguientes “Solicitudes Extravagantes”:
Una pareja (7 : 30 pm)
– Señor, buenas noches, ¿por casualidad venden clavos?
Un funcionario de Mintur:
-Disculpen, ¿ustedes vende la revolución de Platón, un libro que trata sobre Venezuela?
Una doctora de la Clínica La Floresta:
-Hola, buenas, ¿tienen los poemas de la señora que tiembla?
Un escritor venezolano:
-Poeta, ¿puede explicarme por qué vende libros de autoayuda, en lugar de libros de alta literatura?
Un escritor venezolano:
-Si mis libros no van a estar en vitrina durante un año, mejor los retiro. Usted está en contra de nosotros los escritores.
Aún después de leer sus anécdotas, o precisamente por haberlo hecho, se entiende que los libreros celebren, como pocos, el día del libro. Es como si existiese un día especial para celebrar la vida misma.
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«Que raro si lo he soñado debería existir. Seguiré buscando.» Mejor razón para acudir a una librería no puede haber que buscar un libro que ha protagonizado los sueños de alguien. Simpático artículo sobre los guías de esos océanos de palabras.