Premio de la Crítica a la Novela 2012, por Valmore Muñoz Artega
21/ 09/ 2013 | Categorías: Lo más reciente, OpiniónCuando me propusieron ser jurado para este Premio, acepté sin pensarlo mucho. Luego medité el asunto y comenzaron a surgir preguntas. Cada respuesta avivó profundamente la poca confianza que tengo en mis criterios en situaciones severas como estas. Casi siempre estoy inconforme con todo, o casi todo, lo que hago, digo y escribo. Cuando me preguntan qué pienso de éste o aquel libro suelo esgrimir una que otra cosa más o menos coherente, pero nunca digo algo que me deje conforme. Entre otras razones, por no saber explicar qué asunto espeso y misterioso me deja un vacío por dentro luego de leer algún libro. En esos casos suelo decir: Me dejó un vacío, de allí no sé cómo explicar ese vacío.
Ayer me tocó ir al taller a resolver algunas enfermedades de mi carro. Al parecer, todas fueron resueltas. Cuando me toca hacer estas fastidiosas diligencias me llevó libros cortos, breves y resulta que me llevé Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la Mística de Rafael Cadenas. Sí, lo sé, se suponía que estaba de salida a un taller donde reparan carros y hay en esos sitios una cultura improvisada muy ajena a lo místico. Claro, el libro me lo llevé confundiéndolo con otro, pero ya en el sitio no tuve más remedio que leerlo. El carro quedó bastante bien, yo quedé sin un bolívar de mis vacaciones, pero hallé la respuesta a mi inquietud con relación a ese vacío que me dejaban algunos libros, en este caso, las novelas.
Escribe Rafael Cadenas: En nuestra literatura no es frecuente el interés en lo que esa palabra [Ontología] designa. Es como si muchos de nuestros autores hubieran encontrado una respuesta para lo esencial y eso les permitiera dedicarse a asuntos menores. En mi sentir, nadie debería hacerlo si antes no ha contestado la pregunta fundamental. Aunque esta exigencia, lo sé, podría traer una especie de inmovilismo. Es posible que debamos actuar desde la comprensión que hayamos alcanzado, con el riesgo que ello entraña. He allí la respuesta que buscaba. Mi querido amigo Norberto José Olivar suele decir: “a fulano se le notan los libros en la cara”, pues bien, jugando con esa frase, a mi juicio, afortunada, se me antoja decir que hay novelas que se le notan las heridas en los párrafos, el desgarramiento que produce escribir desde el cuerpo, pero con la conciencia encarnada en esa idea. Hay novelas que son una radiografía al alma, al ser que nos habita y que nos brinda la posibilidad de darle frecuencias a “eso” que percibimos del mundo exterior.
Esta fue la gran enseñanza que me brindó haber participado como jurando en el Premio de la Crítica a la Novela 2012. Tener la oportunidad de compartir comentarios con Luis Barrera Linares y Laura Febres me dejó gratas reflexiones personales. Entre ellas quiero destacar una. La disciplina de mis compañeros a la hora de trabajar, de reflexionar y de emitir sus juicios fue aleccionadora. No suelo ser tan disciplinado y este contacto con ellos me llevó a tomarme la lectura con mayor seriedad y disciplina, en especial, cuando de ello depende, por ejemplo, emitir el juicio para un premio. Las conversaciones con Luis y Laura fueron brillantes lecciones de eso que podríamos llamar ética del lector. Leer sus comentarios me permitió indagar en una idea que trabajaré en algún momento, sin duda, pero que, desde ya, asomo como una ética del lector. Entendí que hay lectores y lectores y que yo no era tan lector como suponía.
Tuve oportunidad de entrar en el mundo imaginario de 15 autores tan distintos. Historias más interesantes que otras, pero que, en muchos casos, las unificaba algo no tan positivo. Noté con dolor cómo algunas editoriales parecen no tomarse en serio y con fundamento la edición de los libros. Descuidos que, a mi juicio, son imperdonables y que pueden conspirar contra las carreras literarias de muchos escritores y escritoras que confiaron en ellos tiempo de dedicación y esmero. Entiendo que vivimos tiempos muy duros y de pocos recursos, pero no puede transformarse eso en excusa para tales descuidos. El libro sigue siendo algo mágico que nos brinda la posibilidad de caminar dentro de la humanidad de alguien y nada más eso tendría que obligar a las editoriales a hacer un trabajo más digno y apegado a la estética que, todos lo sabemos, también forma parte fundamental de la vida de un libro.
Estas 15 novelas no son todo lo publicado en 2012, pero sí son una referencia importante, una muestra maravillosa como para tener claro hacia dónde estamos caminando en la creación literaria. Desafortunadamente noté cierto estancamiento, cierta angustia por la repetición de fórmulas exitosas en el pasado o en otras latitudes. Eso no siempre es positivo y deja muy al garete la honestidad poniendo en entredicho nuestra capacidad imaginativa. Siento que, desde mi humilde opinión que no tiene más aspiración que la de opinar, debemos meditar un poco, detenernos y meditar un poco sobre este punto. Revisarnos e intentar abrirnos otra vez a la creación que nace a partir de la necesidad creativa –no necesariamente es una redundancia– y no de otros asuntos que, aunque no dejan de ser muy humanos, están muy lejos de lo que se supone permite el latir del arte. La literatura es la literatura y la venta de libros y el éxito son otras cosas. De tal manera que, con todo respeto, yo me devuelvo a la literatura que brota del desgarre ontológico, tal y como lo plantea Cadenas. De allí la razón por la cual opté por las novelas que quedaron como finalistas y, por supuesto, por Liubliana de Eduardo Sánchez Rugeles como ganadora. He tenido la fortuna de leer todos los trabajos de Sánchez Rugeles, aunque no he tenido la oportunidad de buscar su más reciente trabajo, y he creído en él y en sus creaciones. Liubliana es una novela portentosa, brillante, que augura muchas grandes noticias.
En todo caso, estas líneas no pretenden juicio alguno, pretenden dejar constancia de mi profundo agradecimiento como ser humano a Lennis Rojas, Héctor Torres, Luis Barrera Linares, Laura Febres, Eduardo Sánchez Rugeles y el resto de los autores que participaron en esta edición del Premio de la Crítica a la Novela 2012 por la oportunidad de todo esto estupendo que viví intensamente. No tendría cómo pagarles esta gratísima experiencia de la cual salgo profundamente nutrido.
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