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Egresada en Letras por la Universidad Católica Andrés Bello, Orianna Camejo es la fundadora y editora del sello editorial Lecturas de Arraigo, una microeditorial independiente venezolana establecida en España a finales de 2019.
Con un catálogo naciente pero procurando cuidadosamente su curaduría, Camejo se ha dado la tarea de ubicar a autores venezolanos en las librerías de España y de hacer que sus títulos lleguen a lectores en Japón, Estados Unidos, Chile, Venezuela y México, además de varios países de Europa, por mencionar algunos. La hazaña es doble: por un lado, se trata de un sello que se abre espacio en un violento mercado editorial; por el otro, es una editorial conducida, en gran parte, por una sola persona.
Como indica la editora, Arraigo parece ser uno de esos espacios que «se abren con las uñas y se defiende hasta que el cuerpo aguante».
¿Por qué «Arraigo»?
Porque sí, porque se sintió correcto. No hubo alumbramiento, epifanía ni profecía. Pero la vida me atravesaba en ese momento: llevaba 7 meses en España, reacomodándome a ser «nadie» de nuevo en mi segunda migración. Di con el nombre en invierno de 2019-2020. Que el sol se ocultara a las 4:30pm, que el frío se asentara en casa y jamás saliera. Los árboles todos pelones por la ventana. Eso y que recién había leído La pasión según G.H. y me había quedado flotando en aquella imagen que atraviesa desiertos y el mundo entero en busca de respuesta. Así nació Arraigo. Y quería que fuera lecturas de arraigo, para quitarle el peso de «editorial».
¿Cuál dirías que es la identidad de Lecturas de arraigo?
Arraigo es este bichito-sombra que ha ido creciendo conmigo durante mi proceso migratorio. Este año cumplí ocho años fuera de Venezuela, y estoy por cumplir seis años en España. El catálogo que construyo se alimenta de las distintas etapas de duelo, negación, aceptación, transmutación y alquimia. Y, como esta criaturita está pegadita a mi, pues también está cargada de un toque de locura. Es una mona con hojillas que se puso inventora y nació como una compilación de voces jóvenes, que se sintió guapa creando filtros en Instagram (cuando eso era algo); luego se puso a cantar en formato de audioextractos, publicó un libro innombrable y se puso a editar poesía, cuando nunca se lo había planteado.
¿Cómo se arraiga una comunidad en la diáspora?
No hay una respuesta. Creo que he superado la frustración de esta pregunta al reconocernos como una diáspora abrupta, una comunidad quebrada (mucho antes incluso de que yo naciera), y unas instituciones desaparecidas y desmontadas en el curso de los últimos veinticinco años. Que el catálogo de esta casa-raíz sea reflexión inacabada y siempre activa sobre nuestra comunidad.
Ni siquiera se ha cumplido una década desde 2017, año que todas tenemos grabado al cerebro con fuego. Necesitamos tiempo y una red.
Para ti, ¿qué tan importantes son los orígenes geográficos –o políticos– en el quehacer literario?, ¿el editor tiene alguna responsabilidad con su contexto?
Cada geografía tiene sus manías, sus preocupaciones y la forma específica de defender y florecer en sus pasiones. Lo hablé justo en la presentación de Feroces (antología de autoras jóvenes venezolanas, publicada en 2022 por Sello Cultural y Autores Venezolanos) que tuvimos en Los Pequeños Seres en Madrid: con existir somos sujetos políticos. Todas nuestras decisiones ya nos reflejan.
Sobre la edición: «Sáquenme de la lista de personas que buscan la gran novela venezolana»
El catálogo de Arraigo tiene muchas autoras y autores jóvenes, algunas desconocidas y otras nóveles. Según tu experiencia, ¿cómo se abren espacios para nuevas voces y cómo se cierran esos espacios?
Se abren con las uñas. Y se defiende hasta que el cuerpo aguante. El sector editorial es ingratísimo. Y aquí es donde creo que tenemos ventaja. Somos una comunidad reventada y aislada en su propio proceso de asentarse a su nueva realidad. Todas buscamos lo que sea que nos lleve de vuelta a casa. El contenido mainstream está pegando durísimo. Somos venecas, reivindicamos el raptor house, este talento venezolano está llegando a plataformas y espacios (haciendo sold out) a los que jamás habíamos imaginado llegar.
Las microeditoriales en España pendemos de un hilo, de una precarización estructural, del yugo de ser autónomas. Recibí todo tipo de comentarios sobre lo imposible de Lecturas de Arraigo. Y sí, se hace imposible muchas veces, pero la recepción que he recibido desde el primer día me ha espaturrado contra la pared y ese brillo me ha deslumbrado muchas veces.
Por esto sigo. A como dé lugar.
Lo de cerrar espacios ya sabemos cómo sucede. Y es inminente.
Cuando lees un manuscrito que te envían para que consideres su publicación, ¿qué te indica que debe pertenecer al catálogo de Arraigo? Por otra parte, ¿qué te hace sentir que un manuscrito no tiene ninguna cabida en el catálogo?
La primera intuición es la que toma la decisión. Al principio, por supuesto, me guiaba más por lo que no quería. Entre las cosas que no me interesa explorar: novela histórica, cualquier forma de repentismo. ¿Menciona a Chávez? No, gracias. Busco experiencias que me transformen lo que alguna vez asumí que era el concepto de «literatura venezolana». Por otro lado, sáquenme de la lista de personas que buscan la gran novela venezolana. Sabiéndonos migrantes e insiliados, ¿quién va a estar produciendo un tostón de seiscientas páginas? Aparte, ¿y si dejamos a un lado la urgencia de contarnos a nosotros mismos y vemos todo el campo que hay ahí afuera para recrearnos?
Hablemos del proceso que llevas a cabo con cada libro que decides publicar. Paso a paso, condúcenos por el camino desde que lo recibes hasta que lo pones a la venta, lo ubicas, lo distribuyes y negocias su traducción.
Cada libro ha tenido lo suyo. Si me interesa el manuscrito, respondo rapidísimo. En 2020 me asesoré con una abogada especializada en contratos de edición y me creó el tocho de 9 páginas que sigo usando a día de hoy. He tenido videollamadas para revisar paso a paso las cláusulas. Me gusta ser transparentísima. Mis autoras reciben un adelanto simbólico por obtener los derechos de explotación. En los libros aparecen las tiradas de cada impresión. Cada autora sabe en qué etapa estamos de la edición y producción del libro.
El trabajo de las autoras tiene valor y merece respeto. Una perspectiva comercial me llamará loca e ingenua. Pero es mi forma de dimensionarle a mis autoras su importancia. Y proyectar estos mínimos a lo que en el futuro deberían ser nuestras instituciones culturales.
Luego viene el trabajo de muchas personas. He trabajado con Matteo Guarnaccia, Kateryna Lazareva, José Luis Hernández, Kevin Hurtado, Gabriela Chacín Estrada, María Emilia Castellet, grandes diseñadoras e ilustradoras. Luego, con las imprentas Kadmos, Safekat y Palgraphic. En esta última trabaja Montse, una gran comercial que hizo posible Nueva York (esa anécdota sirve para una crónica editorial demente y transatlántica).
Finalmente, llega a las manos de Javier de La Sombra de Caín, mi distribuidora de editoriales independientes. Y aquí es donde la situación sale de nuestras manos. Solo se pueden movilizar libros en España si las librerías están interesadas en ellos y los piden activamente a sus distribuidoras. ¿El problema? En España se publican 90 novedades cada día. Vivimos una sobreproducción descomunal de grandes superficies que viven de superar los mil ejemplares vendidos de un título para sostener sus producciones. El estado del sector es de esquizofrenia pura. (Ya ven, colegas en cierto grado). Entonces, quien sea que lea esto: vaya a la librería de su barrio y pregunte por los títulos de Arraigo a su librero de confianza.
Conduces el sello tú sola, ¿cómo manejar tantos engranajes al mismo tiempo? ¿Algunas veces te has sentido abrumada?; si es así, ¿cómo se insiste y se supera ese sentimiento?
Lo más desesperante no es llevarlo sola, es tener que trabajar 40 horas a la semana en hostelería para poder pagar mis gastos y la cuota de autónoma. Al principio lo llevé fatal. Este año florezco distinto: por primera vez publicaré tres títulos en un año y me bajaré a 32 horas a la semana. Estoy en esa etapa emprendedora de iluminada o eliminada.
Mientras escribo esto, estoy en una carrera para entrar a imprenta y con otros cinco títulos en el tintero. Abrumada igual es poco, pero tengo la certeza de que este esfuerzo vale la pena. Porque, al final del día, es lo que me ha brindado propósito, horizonte y certeza en mi vida migrante.
Presente y futuro, Arraigo en 30 años
Lo más grato que te ha dado (o te da) llevar las riendas de Arraigo.
Coincidir con mis autoras y crear familia. Todas estamos atravesadas por lo mismo, cada una viviéndolo distinto. Por otro lado, cumplo el sueño infantil de poder viajar gracias a la literatura. Siempre coincido en los espacios intermedios de aeropuertos, trenes y buses (bien temprano, cuando salen los viajes más baratos) con hombres de negocios. Soy la primera mujer de mi familia en hacer esto: viajar sola para dar a conocer su negocio.
Y ahora: ¿Lo más ingrato que para ti tiene o ha tenido este oficio?
El desprecio dentro del sector literario (tanto en España como en Venezuela). En España, por microeditorial y precaria. En Venezuela por el machismo estructural de la carcasa hueca que queda de nuestros académicos y literatos. No hay forma elegante de referirse a un problema que sigue sin ponerse sobre la mesa y discutirse a la altura que requiere.
Por suerte, nuestra diáspora nos convoca a crear redes y conexiones más allá de un espacio geográfico. Así Arraigo ha llegado a Londres, Nueva York, Alicante, Barcelona, Lanzarote. Y las posibilidades son infinitas.
Lo que hay en Lecturas de arraigo y lo que se viene, ¿qué hay en el panorama y hacia dónde se perfila este viaje?
Se vienen nuevas voces. Una compilación sorprendente de migrantes hispanoamericanas. New weird venezolano. Gótico amazónico. Narrativas castizovenezolanas. Libros-objeto.
Y esto es solo una panorámica de lo que ya está confirmado. De aquí hasta 2027 esta casa-raíz tiene agenda llena.
Estamos en 2060, han pasado más de 30 años. ¿Cómo te gustaría que se hablara de Lecturas de arraigo y qué comentario o sentimiento te haría sentir: misión cumplida? También: ¿qué te gustaría que ocurriera en el futuro de Arraigo?
Me da vértigo de solo pensarlo. Ninguna editorial independiente venezolana ha durado tanto. Cuando era estudiante de Letras, lo cool era descubrir un autor venezolano desconocido y aferrarte a toda su bibliografía como a una gema preciosa. Era más cool mientras más oscuro, desconocido e imposible de conseguir era.
No quiero eso para el futuro de Arraigo. Por más que lo romantizaría un montón. Ojalá y llegue a ser una materia clave en la investigación de las letras venezolanas del siglo XXI.
Para poder ocupar esos zapatos el camino es largo. Por suerte esta casa-raíz la fundé con 26 años.
Para inspirarse
Una canción para escuchar mientras editas.
Danse Macabre de Camille Saint-Saëns, o la Sinfonía 7 en A Major de Beethoven.
Una canción que represente a Arraigo.
Long Road Home, de Oneohtrix Point Never.
Una obra de arte que te motive.
The Fall (2006), de Tarsem Singh.
Un libro que todavía te tiene atrapada, y que quizá siempre te tendrá.
El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy.
Una actividad no literaria que te inspire.
Ir al campo, subir una montaña, poner la mesa, almorzar y la sobremesa.
Si Hera y Nota, tus perros, pudiesen describir cómo luces cuándo trabajas, ¿qué dirían?
Que soy un huracán. Río histérica de felicidad, lloro de gratitud, me pongo a bailar cuando maqueto, y luego paso horas inmóvil. Para después volver a la risa, las lágrimas y el baile.
Durante todo ese tiempo, están acurrucados a cada lado.