Constancia de la lluvia (selección), de Ricardo Ramírez Requena

26/ 07/ 2015 | Categorías: Lo más reciente, No ficción

 

constancia de la lluvia pSábado, 27 de julio de 2013

 

Un muchacho pide dinero en el Metro. Dice que tiene leucemia. Vienen guardias de seguridad y se lo llevan. Vivimosen una feria barroca de los milagros. ¿Quién dirá la verdad?

Leo Bajo el signo de Saturno, el ensayo de Susan Sontag sobre Benjamin. Sigo a Benjamin en lo fragmentario, enla brevedad, en sus teorías del espacio (más que del tiempo). Es un hombre imbuido del Barroco ciertamente; un Barroco que se entiende bien en el tiempo de entreguerras donde se encuentra.

 

 

Martes, 30 de julio de 2013

 

Bautizo de un libro en Kalathos, con sacerdote y todo, y una monja que toma un libro para reservar su silla antes de que comience el evento. El libro, curiosamente, es un libro

de Baudelaire.

Conversaciones maravillosas con Oscar Marcano y su fabulosa novela nueva (una novela francesa) y con Fedosy Santaella, ganador este año del Concurso de Cuentos de El

Nacional; quien será padre en agosto y será invitado pronto a Medellín, me dice. Visité, además, a Jesús Santana en Estudios y compré varios libros: Foster Wallace, Manguel, la

correspondencia Auster-Coetzee y poemarios de Hughes y Williams. Se abre en la librería una franca conversación sobre el futuro del libro, entre varios que estamos ahí. Opino que no desaparecerá el libro, desaparecerá en todo caso el libro de bolsillo, ese gran democratizador de la lectura, y pasará a digital. El libro en papel recobrará su dignidad de objeto artístico, coleccionable. Ya se pueden ver evidencias por parte de varias editoriales, en especial editoriales independientes.

La lectura mayor de estos días han sido tres ensayos de Sontag sobre Benjamin, sobre Barthes, sobre Canetti. Transcribo algunos párrafos:

 

Benjamin:

 

La calle, el pasaje, el soportal, el laberinto son temas recurrentes en sus ensayos literarios y, especialmente, en el proyectado libro sobre el París decimonónico, así como en sus

piezas de viaje y sus reminiscencias. Los temas recurrentes de Benjamin son maneras de espacializar

el mundo: por ejemplo, su noción de las ideas y las experiencias como ruinas. Comprender algo es comprender su topografía, saber cómo trazar su mapa. Y saber cómo perderse. (Benjamin me interesa mucho: como coleccionista, como lector, como viajero. Veía el mundo en sus secretos recovecos y se jugaba en ellos).

 

Barthes:

 

Roland Barthes tenía sesenta y cuatro años cuando falleció la semana pasada, pero su carrera fue más corta de lo que su edad podría indicar, pues tenía treinta y siete años al publicar

su primer libro. Todos sus escritos son polémicos. Pero el impulso más profundo de su temperamento no era combativo. Era celebratorio. Sus correrías iconoclastas, que presuponían la disposición de indignarse por la inanidad, la torpeza, la hipocresía…, esto fue retrocediendo gradualmente. Estaba más interesado en alabar, en compartir sus pasiones. Fue un taxonomista de la celebración y del juego más serio posible

de la mente. No produjo nada que pudiera llamarse obra de juventud; la voz elegante y exigente estaba ahí desde el principio. Defendiendo los sentidos, nunca traicionó al espíritu. Barthes no sostuvo ningún cliché romántico acerca de la oposición entre la agudeza sensual y la mental. Era, como voluptuoso del espíritu, un gran reconciliador. Tenía poco sentido de lo trágico. Siempre estaba encontrando la ventaja de una desventaja. Aunque tocó muchos de los temas perennes de la moderna crítica de la literatura, todo podría decir de él menos que se inclinara a lo catastrófico. Su obra no ofrece visiones del Juicio Final, condena de civilizaciones, la inevitabilidad de la barbarie. Nunca es elegíaco. Anticuado en muchos de sus gustos, sentía nostalgia por el decoro y el amor a las letras de un antiguo orden burgués. Pero encontró mucho que le reconcilió con lo moderno.

 

Canetti:

 

Los apuntes son el género literario perfecto para un estudiante eterno, para alguien que no tiene tema o, antes bien, cuyo tema lo es «todo». Permite entradas de todas las extensiones, formas, grados de impaciencia y de rudeza, pero su entrada ideal es el aforismo. La mayor parte de las entradas de Canetti toman los temas tradicionales del aforista: las hipocresías de la sociedad, la vanidad de los deseos humanos, el fraude del amor, las ironías de la muerte, el placer y la necesidad de la soledad y las complejidades de los propios procesos mentales. La mayoría de los grandes aforistas han sido pesimistas, proveedores de escarnio para la insensatez humana. El apunte contiene ese ego idealmente descarado y eficiente que construimos para enfrentarnos al mundo. Mediante la disyunción de ideas y observaciones, mediante la brevedad de su expresión, la ausencia de ilustración útil, el apunte hace

del pensamiento algo ligero. (Debo leer completo Masa y poder; debo leer Acto de fe).

 

Mi generación, la de los noventa, se casó (o arrejuntó) tarde, tuvo hijos tarde, ha publicado tarde. Mi generación es la segunda avanzada migrante. Vivió los últimos estertores de la democracia representativa, en lo bueno (la calle, la noche, la institucionalidad) y lo malo (el desmoronamiento de los partidos políticos, etc.) y este tiempo terrible que nos ha tocado. ¡Oh, generación parteaguas! Como hablaba con Juan Pablo Gómez, colega en la Escuela de Letras, nos acostumbramos a la carencia, la incertidumbre, el abismo cercano. Hemos acometido una carrera académica, quizás sin futuro. Un pie aquí, en la Academia, y otro allá, en la calle, los tigres: lo mundano. Nuestra generación aprendió a bailar con el mundo, y está bien, no lo hemos hecho mal (podría ser peor), pero eso no nos salva de nada.

 

 

Viernes, 2 de agosto de 2013

 

Hay autores que son de uno, más allá de que probablemente existan mejores. Autores a los que volvemos insistentemente. Autores con los que te sientes en casa. Una ropa que

te queda. Gente que nunca falla.

Nos recuerdan que la escritura se hace en la escritura y nada más.

 

 

Sábado, 3 de agosto de 2013

 

El venezolano pasó por un proceso fuerte desde el siglo XIX al XX: pasar de ser un hombre épico a ser un hombre cívico. No lo hemos logrado realmente. Pasamos de la épica de la guerra a ser hombres trágicos: a no saber ser hombres sin guerra, es decir, sin armas, conflictos, violencia. Una de las tragedias de la venezolanidad (entre múltiples cosas, apenas comento

una) es la incapacidad de trasplantar el Eros creador a los espacios de la cotidianidad. Eso, junto con ese dar la espalda al mar, al mundo, y concentrarnos en ese espacio sin fin como referente simbólico nacional, como lo son los Llanos. Dos mil kilómetros de costa no han podido nada contra el horizonte sin fin, sin límites, de los Llanos venezolanos en nuestro inconsciente colectivo.

 

 

Miércoles, 7 de agosto de 2013

 

Cumpleaños de Blanca: alegría. Almorzamos juntos y, en

la noche, familia y amigos. Alegría.

 

 

Jueves, 8 de agosto de 2013

 

Ayer fiesta y hoy enratonado, recogiendo cosas en casa. Hoy y mañana son mis últimos días en Kalathos. Leí mucho, compartí y conocí a buenos amigos, gente que me ayudó mucho en la convalecencia de mi enfermedad. Estoy agradecido.

 

1688 (Revolución inglesa). 1914 (Primera Guerra Mundial). Dentro, dos períodos significativos: 1750-1848 y 1848-1914. Tres huellas centrales y transformadoras: Grecia- Roma; Provenza-Italia; Francia-Inglaterra. Todas con vinculaciones esencialmente mediterráneas, romanas. Europa Occidental es el Mediterráneo, incluso la Germania. ¿Cuál podría ser la próxima huella central y transformadora en Occidente, luego de la alemana de la Modernidad, en términos continentales, y la estadounidense, en términos atlánticos? En Estados Unidos empezará a cobrar fuerza la cultura hispana cada vez más y vemos la huella portuguesa en Brasil.

¿Cuáles serán los filósofos y pensadores de esta etapa? ¿Hegel, Marx, Freud? Son hijos críticos de una tradición cristiana. Herejías cristianas, sectas laicas, como el cristianismo

lo fue del judaísmo en sus inicios. Pero el cristianismo se transformó en Imperio e integró todos los pueblos y culturas occidentales. El capitalismo, así como el comunismo, son hijos de él. El comunismo es la versión final totalitaria de un cristianismo sin dios. El nazismo, su versión pagana. ¿Y el capitalismo? Siglo XVIII: 1688-1789. Siglo XIX: 1776-1914. Siglo XX:

1917-1989. Siglo XXI: 1989-? Debería venir un tiempo de transición, apenas iniciado después de la Segunda Guerra Mundial. Estamos, desde 1989, en el mediodía de ese tiempo. Los años sesenta fueron el disparador. Tiempo de abrir puertas entre un tiempo y otro y, en el intersticio, cerrar un siglo e inaugurar otro. El modelo a seguir para esto está en el Renacimiento y la

Ilustración, en lo moderno integrando lo antiguo, pero buscando la forma concreta. Se debe evitar la locura de Hölderlin y Nietzsche. Renacimiento e Ilustración: tiempos para la razón: detenerse, reflexionar, sacar de lo oscuro. Transiciones. El Barroco y el Romanticismo fueron tiempos para la acción, movimientos: buenos tiempos para la música y la poesía

(como la Edad Media). Para la filosofía y las ciencias lo será este tiempo próximo. Y para una poesía clásica nuevamente, en los términos de Pound. Este tiempo que vivimos deberá ser la vanguardia de un tiempo mejor.

 

De Milan Kundera, en El arte de la novela:

 

En la Edad Media, la unidad europea se asentaba en la religión común. En la Edad Moderna, cedió su puesto a la cultura (arte, literatura, filosofía), que se convirtió en la realización de los valores supremos gracias a los cuales los europeos se reconocían, se definían, se identificaban. Hoy, la cultura cede a su vez su puesto. Pero, ¿a qué y a quién? ¿En qué terreno se desarrollarán los valores supremos susceptibles de unir a Europa? ¿Las proezas técnicas? ¿El mercado? ¿La política con su ideal de democracia, con el principio de tolerancia? Pero esta tolerancia, si ya no protege una creación rica ni un pensamiento fuerte, ¿no resulta vacía e inútil? ¿O acaso podemos comprender la dimensión de la cultura como una especie de liberación a la que hay que entregarse con euforia? No lo sé. Lo único que creo saber es que la cultura ha cedido su puesto. Así, la imagen de la identidad europea se aleja en el pasado. Europeo: el que siente nostalgia de Europa.

 

Baricco, en su ensayo Los bárbaros, trabaja y analiza esto con énfasis. Chesterton llama al Renacimiento «la cultura de un club de estetas» y reclama su ausencia como

educación popular. La Ilustración lo intentó con más éxito. Pero es este tiempo nuestro, con las nuevas tecnologías de la comunicación, el que verdaderamente podría tener éxito.

Memoria, historia, recuerdo: no son lo mismo. La memoria va más allá de lo individual y trasciende la razón. La historia es memoria cuantificable y calificable: hechos verificables.

El recuerdo es historia reciente, pero por su misma cercanía, contaminado de memoria. En cualquiera de estos tres estamentos que nos conforman, entre otras cosas, la crítica no

puede permitirse necedades; ni el arte, bagatelas. Crítica creadora, arte crítico. Y este tiempo nuestro se irá al foso. Nuestro tiempo es aceleración y quizás algo más. Comenzó con la Ilustración y no se ha detenido. Fue lineal, pero cada vez se hace más centrífugo, gira alrededor de un presente, un hoy, sin parar. El reto está en captar el instante, la fuga y, por medio de la poesía, hacerlo fijo.

¿Fue la Ilustración algo impuesto en Hispanoamérica por las élites? Sí, y por eso fue una revolución. Briceño Iragorry nos recordó un pasado colonial con el que se pretendió romper, antes de que lo señalara Paz en México. Lo cierto es que los tiempos de la periferia son diferentes a los de Norteamérica y Europa. Hay excepciones: La Habana, México,

Buenos Aires, Caracas, en algún momento. Pero siempre hemos tenido que bailar al ritmo de otro. Por lo menos parece que trascenderemos la estupidez del Estado Nacional. Europa, con la Comunidad Europea no lo ha hecho: son un grupo de Estados asociados a una moneda y pensando en un pasado en común. Ese pasado común, en nosotros, sigue siendo presente, a pesar de nuestras diferencias. Estados Unidos sigue siendo un modelo más cercano para nosotros que Europa. Incluso que Brasil. Nuestro modelo ideal, en todo caso, debió haber sido canadiense. Pero no fue. ¿Qué será de Hispanoamérica?, ¿periferia, siempre entre imperios? Europa y Estados Unidos, y ahora China y Brasil.

 

 

Sábado, 10 de agosto de 2013

 

Temprano, un camión con música llanera e imprecaciones militares, a todo volumen. Todos deben despertarse. En 24 horas asfaltaron la calle donde está la casa del PSUV. Asfaltaron con lluvia. Parece que un alto dirigente del chavismo viene de visita. Pintaron incluso (muy mal) la fachada de un par de casas. Todos deben despertarse. El malandraje en el poder llega. La apología a la desidia, la flojera, el resentimiento llegó. Son la metáfora perfecta de lo que cada día, con algunas excepciones, somos. Parece, a veces, que hemos sido derrotados antes del chavismo con lo peor de nosotros mismos.

Leo (intento) Mímesis, de Auerbach. Estudio para el concurso de oposición. ¿Vale la pena? ¿Valdrá realmente la pena? ¿Resistiremos en la universidad? ¿Qué será realmente de nosotros?

 

Del libro: Constancia de la lluvia. Diaro 2013-2014 (Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana, 2015)

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