(Siete preguntas para) Edmundo Bracho
24/ 02/ 2013 | Categorías: Entrevistas, Lo más recientePeriodista, locutor, escritor y profesor en la Universidad de Westminster (Londres). Autor de varios libros de poesía, crónica y entrevistas.
Primer libro que recuerda haber leído.
Creo que el primer libro que leí fue uno de estos dos: Los tres investigadores y el misterio del loro tartamudo (¡qué título!), de Alfred Hitchcock (y que nunca escribió el propio Hitchcock); o Charlie y la fábrica de chocolate de Roald Dahl, autor que recomiendo para todas las edades. Gran retratista del cretinismo de adultos, y uno de los mejores celebradores de la inteligencia de los niños.
Un libro inolvidable.
Hay “inolvidables” a diferentes edades, en diferentes momentos de la vida de uno. ¿Cómo olvidar el impacto que en mí tuvo Viaje al fin de la noche de Céline o Crack Up de Fitzgerald, por ejemplo? ¿O una bellísima edición de la poesía de Yeats que mi padre me regaló? Comentaré entonces un “inolvidable” de lectura más reciente: La carretera, de Cormac McCarthy. Es una novela poderosísima, de gran fuerza emotiva, y única en su forma de explorar los límites del amor imaginable y de la desesperanza.
Autores imprescindibles (los que relee con frecuencia).
A veces vuelvo a leer a Pascal, a Montaigne, a los “hijastros” de éste: Voltaire, Lichtenberg, Chamfort, Kraus… la parte literaria es indistinguible de la parte ensayística. En otras ocasiones, me encuentro saltando de Hölderlin a Vallejo a Akhmatova a algún otro gran poeta. Y como también me gusta el ensayo político, en fechas recientes he estado subrayando de nuevo los libros de Camus, Orwell, Arendt, y Kolakowski: cuatro cabales defensores del ideal de libertad… Ahora bien, creo que a donde más regreso, y probablemente lo hagamos todos aún sin darnos cuenta, es a los antiguos griegos; a ciertos libros de la Biblia (los Salmos, Proverbios, Job); y a Shakespeare. Lo que no está dicho en uno de esos conjuntos de textos, está dicho en el otro. Lo que señalo no es nada original, pero creo que en esos libros está la cumbre del espíritu literario.
Un autor venezolano de rango universal.
Eugenio Montejo. La palabra “canto” me remite a los versos de Montejo. Además, su poesía dialoga muy eficazmente con la tradición, y también desliza un ánimo esperanzador en la palabra.
Si fuera librero, ¿qué libros venezolanos recomendaría? ¿Por qué?
Antologías poéticas de Sánchez Peláez, Cadenas, Montejo, Hanni Ossott, Valera Mora, Rojas Guardia… Fuegos bajo el agua de Isaac J. Pardo, Cubagua de Enrique Bernardo Núñez, Casas muertas de Miguel Otero, La mala vida de Salvador Garmendia, La noche llama a la noche de Victoria de Stéfano, El combate de Ednodio Quintero, La enfermedad de Alberto Barrera. Y prácticamente toda la obra de Picón Salas, el ensayista venezolano más completo. Claro, faltan muchos por citar. Ya habrá un Harold Bloom alterno que mire con más cuidado la literatura venezolana y se lance a la pomposa tarea de elaborar otro canon.
Un libro que le hubiera gustado escribir.
Son tantos que terminan siendo ninguno. Sé mejor de libros que me gustaría leer —si el tiempo lo permitiera. Más que un libro, me hubiera gustado escribir una partitura, y tomarme el éxtasis más en serio: el concierto Emperador de Beethoven, ¿por qué no? O un tema del grupo Ramones: el universo en dos acordes.
¿Qué libro no terminó de leer y por qué?
El paraguas, de Will Self. Viajaba yo en tren a la ciudad industrial de Sheffield, Inglaterra, y el día estaba soleado. Y lo soleado no abunda en esa isla, así que me dediqué a ver el paisaje desde la ventana, brillante, y dejé los paraguas en el tren, el mío y el de Self.
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Interesante «revista» electrónica a la cual accedo vía twitter. Me recuerda los viejos tiempos de la Revista del CONAC o de 21…contenido fresco y bien diagramado sin dejar de ser profundo
El final es un hermoso juego de palabras, que solo dan ganas de leer una y otra vez esa última respuesta.