Andrés Boersner: Sentir admiración y defraudarnos con Rufino en una misma página no tiene nada de raro

23/ 06/ 2013 | Categorías: Entrevistas, Lo más reciente

por Héctor Torres (@hectorres)

boersnerSuele decirse que la estatura del biografiado depende en buena medida de la agudeza del biógrafo. Lugar común aparte, Andrés Boersner nos entrega en Rufino Blanco Fombona entre la espada y la pluma (Fundación para la Cultura Urbana) un emocionante retrato de una figura capital de nuestra literatura, motivando al lector, no ya a la comprensión de un personaje contradictorio y difícil; sino a sumergirse en su historia, dándole vida (fogosidad, pasión, energía, violencia; es decir sacudiendo) a uno de esos retratos embalsamados por la enseñanza oficial.

Un estudio ameno, elocuente, de capítulos breves y lectura ágil, en los que Boersner sabe resaltar atinadamente los episodios que mejor testimonian los aspectos abordados.

 

¿Cuál fue la motivación inicial para estudiar la vida y obra de Blanco-Fombona?

Blanco-Fombona me pareció siempre un escritor polémico, alejado del discurso oficialista de la época y de la imagen acorsetada que le encontraba a sus compañeros de generación. Me llamó la atención desde el principio su manejo de  géneros no convencionales, como el diario íntimo o la crónica. Un profesor de la categoría de Jesús Sanoja Hernández terminó de allanarme el camino. Busqué en Rufino al escritor contestatario, sonoro, pero me encontré con un intelectual de mayor trascendencia.

¿A qué crees que se deba que siendo uno de los autores venezolanos más conocidos en vida fuera de Venezuela, y cuya obra fuese tan activa, tiende a ser poco reconocido en la actualidad?

Creo que su misma naturaleza violenta y contradictoria impidió que se hiciera de amistades duraderas. Muchos lo respetaron o le temieron; otros lo observaban a distancia como un rara avis o un sobreviviente de la primera gran generación literaria latinoamericana. El mismo tejió su leyenda e hizo que la gente se fijara más en la persona que en la obra, o que no pudiera dividir entre una y otra. Por eso las llamadas «leyendas vivientes» tienen corta vida.

La situación de cambios políticos de la época, tanto en Venezuela (con la muerte de Gómez) como en España (con la guerra civil)  hizo que la gente olvidara rápidamente a los sobrevivientes de generaciones pasadas. Rufino no se puso al día con los cambios y pasó de ser considerado un escritor de avanzada a uno de la retaguardia más reaccionaria.

Esa fogosidad de hacer de la vida un hecho literario, esas contradicciones que lo acompañaron durante su vida, esa intensidad… ¿Con qué personaje de la literatura universal compararías a Rufino Blanco Fombona?

Creo que su egotismo, sed de aventura, temeridad y conocimiento no lo emparentan con nadie en particular. Se parece a los personajes que Rubén Darío y Gómez Carrillo apuntaban (Cellini, Lorenzo el Magnífico). Tenía en lo personal la misma capacidad organizativa y aventurera de Alejandro Dumás padre, la misma intermitencia (responsable-irresponsable) de un Balzac, la misma enfermedad polígrafa de ambos y una capacidad para la caricatura como la de Honoré Daumier. Su literatura es muy mestiza como para emparentarla a alguien en particular. Probablemente los escritores venezolanos que más se le parezcan sean Pocaterra, Argenis Rodríguez y Romero García. Y para complicar aún más las cosas los tres parecían personajes dostoyevskianos.

rbf¿Cuál fue el hallazgo más sorpresivo de la vida de Blanco Fombona?

El aspecto más difícil de plantear, el más chocante, tenía que ver con sus ideas de evolución social, de elitismo racial y del papel que asignaba a la mujer. Cuestiones que no se pueden justificar arguyendo el «pensar de una época». Sentir admiración y defraudarnos con Rufino en una misma página no tiene nada de raro.

¿Cómo se resuelve esa contradicción, por ejemplo, entre declararse socialista y propugnar la supremacía de la raza blanca en Venezuela?

Se explica por el cruce de planteamientos de la época: mezclas primitivas y mal digeridas de marxismo con darwinismo y lecturas de filósofos como Nietzsche y Schopenhauer, hechas a la carrera y en versiones mutiladas o mal traducidas. Pero también pesaba la carga emotiva, la herencia familiar y de clase. Y nada raro en un siglo donde unos cuantos izquierdistas apoyaron inicialmente a Mussolini o Hitler u otro tanto de conservadores admiraban a Stalin. Rufino se engrandece cuando es capaz de retractarse, a pesar de su orgullo y cuando se abstiene de caer en el cómodo y repugnante servilismo que si tuvo lo más brillante de su generación.

¿Qué aspecto de la vida de Blanco-Fombona consideras que sigue en la sombra?

Su lado negativo sigue sin estudiarse lo suficiente. Es un trabajo sucio que a nadie le gusta realizar pero que apuntaría de una forma brutal a otras fuentes y escritores de la época. Esto podría utilizarse con el simple propósito de descalificar entes o comunidades con fines populistas. Creo que el estudio de la escuela positivista en nuestro país reclama estudios más específicos. Me gustaría ampliar la investigación acerca del diario íntimo y el panfleto en nuestro país. Rufino fue un exponente excepcional de ambos géneros, pero hay otros que valdría la pena destacar en el futuro (Pío Gil, Argenis Rodríguez, por nombrar sólo dos).

La historiografía venezolana le debe mucho a Rufino por su palabra llana, por acercarnos a los hechos con bibliografía que hasta el momento se desconocía o desechaba. Mató estilísticamente a su abuelo, Eduardo Blanco, quien con la verborrea de su Venezuela heroica inundó las acciones hasta convertirlas en algo mitológico. Blanco-Fombona bajó a los dioses del Olimpo aunque su admiración hacia Bolívar lo llevó a excederse y contaminar sus escritos, aún los no históricos.

Su labor divulgativa y didáctica abrió las puertas y el interés en la propia España hacia la revisión de la época de independencia  en nuestro continente y hacia el estudio de nuestra literatura. Su nombre merece citarse al lado de Rodó, Henríquez Ureña o Ugarte en esa aventura. Poco después vinieron Alfonso Reyes o Mariano Picón Salas a profundizar el estudio literario continental.

Rufino tuvo una curiosidad y disciplina intelectual, una entrega y un respeto hacia ella que sería conveniente rescatar.

Entrevista a propósito del libro «Rufino Blanco Fombona entre la espada y la pluma» (Fundación para la Cultura Urbana), de Andrés Boersner 

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