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El pasado 31 de octubre, Ficción Breve cumplió 26 años. Como una forma de corroborar ese interés de divulgar y fomentar el conocimiento de la narrativa venezolana, Carlos Sandoval, miembro de nuestro Consejo Asesor y activo colaborador del proyecto, nos propuso convocar a 26 lectores conocedores de la materia para que ofrecieran una lista de cinco títulos que han impactado el imaginario del país en lo que llevamos de siglo.
Los consultados no tenían que argumentar sus respuestas. Se trataba de un sondeo de los títulos que vienen a la mente de personas que, por su oficio, leen literatura venezolana con frecuencia y con mirada experta, y que podrían contribuir a conformar una lista de los libros que son representativos de la Venezuela de lo que va de siglo (es decir, los años que van del 2001 al 2025). Más que un estudio metodológico, se trataba de los títulos que resuenan en los lectores cuando les toca nombrar a aquellos que podrían explicar el país, sea por su temática, su historia, su estilo, sus aportes literarios. Que aportaran cinco títulos para construir entre todos una lista (incompleta, como todas las listas) de libros que muestran a la Venezuela de estos años convulsos. Por tanto, el criterio que cada uno empleó para ofrecer su opinión, era de libre escogencia: libros representativos de lo que va de siglo por los motivos que cada cual considerara válidos.
También se les comentó que, a efectos de abarcar la mayor cantidad de títulos posibles, se entendiera narrativa en un sentido amplio: novelas, libros de cuentos, otros géneros narrativos (como la crónica y los diarios), así como los textos híbridos y, en general, libros que puedan considerarse narrativos, siempre que fuesen de autores venezolanos, publicados dentro o fuera del país.
Obviamente, al no ser un estudio sistemático, los consultados basaron su respuesta en función de los libros que conocen. También es importante destacar que se invitó a participar en el sondeo a autores de narrativa solo cuando tuviesen el doble rol de narradores e investigadores (sobra decir que ninguno incluyó títulos suyos en la muestra ofrecida).
Los participantes de la consulta fueron los periodistas culturales Humberto Sánchez Amaya, Isaac González Mendoza y Jordan Flores; los editores de medios Nelson Rivera (Papel Literario), Jorge Gómez Jiménez (Letralia) y Rafael Victorino Muñoz (El diente roto); la librera Katyna Henríquez; y los académicos y estudiosos de nuestra literatura Luis Barrera Linares, Miguel Gomes, Gregory Zambrano, Luz Marina Rivas, Miguel Ángel Campos, Katie Brown, Florence Montero, Irma Chumaceiro, Magdalena López, Luis Alfredo Álvarez Ayestarán, Antonio López Ortega, Claudia Cavallín, Carmen América Affigne, Diego Rojas Ajmad, Ricardo Ramírez Requena, Mariana Libertad Suárez, Ángel Gustavo Infante, Eugenia Arria, Mario Morenza y el mismo Carlos Sandoval.
De los consultados, 17 viven en Venezuela y 10 viven en otras partes del mundo; 17 hombres y 10 mujeres.
A continuación, se ofrece la totalidad de los textos mencionados, en tres listas:
Los títulos más mencionados:
The Night, de Rodrigo Blanco Calderón, con nueve menciones; a continuación Caracas muerde, de Héctor Torres y Falke, de Federico Vegas, con ocho menciones cada una; Blue Label / Etiqueta Azul, de Eduardo Sánchez Rugeles y Lluvia, de Victoria de Stefano con cinco menciones cada una; La enfermedad, de Alberto Barrera Tyszka; La hija de la española, de Karina Sainz Borgo y Los inmateriales, de Óscar Marcano con cuatro menciones y El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga; Malasangre, de Michelle Roche Rodríguez y Nocturama de Ana Terea Torres, con tres menciones cada una.
Los siguientes títulos (en orden alfabético) fueron mencionados en dos ocasiones:
Finalmente, los títulos mencionados en una ocasión:
La funcionalidad del sondeo que presentamos es meramente descriptiva: un poco para calibrar —sin más interés que la simple curiosidad— qué guarda la memoria de algunos de quienes se interesan o analizan nuestra literatura cuando se les consulta, de buenas a primeras, sobre los materiales que para ellos resultan interesantes en el panorama de la narrativa venezolana de los últimos veinticinco años. Un registro lábil y sin el rigor de un trabajo sistemático, pero que podría servir como acicate para futuras investigaciones y que tal vez resulte, con la humildad del caso, la fotografía de un momento particular de la cultura escrita del país.

Conviene aclarar que la consulta se hizo por título de obras, no por autores. Asimismo, se concedió a los consultados la posibilidad de mencionar libros construidos sobre la base del discurso narrativo, de manera de ampliar la horquilla de opciones dado el auge de materialización de piezas que tienen este tipo de discursividad como sustento de sus cristalizaciones.
Una vez compiladas las cifras, es notorio el peso de la novelística como género preferido entre los consultados: de entre los ochenta (80) títulos escogidos, cuarenta y cuatro (44) son novelas, veintisiete (27) nominaciones se corresponden con libros de cuentos, tres (3) se enmarcan en el registro del diario, uno (1) se mueve entre el ensayo-narrativo, el aforismo y el minicuento (Sin orden ni concierto. Homenaje pospuesto a Virginia Woolf, de Elisa Lerner); dos (2) resultan textos híbridos: relatos-crónicas (Caracas muerde, de Héctor Torres) y novela-ensayo (Arqueología sonámbula, de Juan Cristóbal Castro); y uno (1) deviene reconstrucción memorística: Atrás queda la tierra, de Arianna de Sousa-García. Como curiosidad se nombran dos (2) compilaciones: El hilo de la voz. Antología crítica de escritoras venezolanas del siglo XX, organizada por Yolanda Pantin y Ana Teresa Torres, y Las mujeres toman la palabra. Antología de narradoras venezolanas, conjunto preparado por Luz Marina Rivas.
El sondeo revela que el título más citado ha sido The Night, de Rodrigo Blanco Calderón, y el autor con mayor número de libros referidos Ana Teresa Torres (cinco, sin sumar la antología hecha con Pantin). Si consideramos las piezas que alcanzaron más de una nominación se observa que ocho (8) constituyen las primeras novelas de sus respectivos autores: Blue Label/Etiqueta azul, de Eduardo Sánchez Rugeles; La hija de la española, de Karina Sainz Borgo; Malasangre, de Michelle Roche Rodríguez; La otra isla, de Francisco Suniaga; Los días animales, de Keila Vall de la Ville; Valle zamuro, de Camilo Pino; Volver a cuándo, de María Elena Morán; y The Night, de Blanco Calderón. (El texto de Arianna de Sousa-García también es su primer libro).
¿Qué otros aspectos pudieran inferirse del sondeo? Pues la presencia de obras en las que el contexto sociopolítico de la Venezuela actual (del último cuarto de siglo) ocupa buena parte de los argumentos: The Night, Caracas muerde, Blue Label/Eiqueta azul, La hija de la española, Atrás queda la tierra, Ficciones asesinas (de Krina Ber), Patria o muerte (de Alberto Barrera Tyszka), Volver a cuándo, etcétera.
Por otra parte, es ostensible el uso de pasajes de la historia del país para anclar muchas de las tramas: Falke, de Federico Vegas; El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga; Malasangre, de Michelle Roche Rodríguez; El dictador, de Ednodio Quintero; La escribana del viento, de Ana Teresa Torres. Tal vez esta necesidad de relatar parte de nuestro transcurrir se vincule, de algún modo, con la emergencia de los diarios que recoge el sondeo: los de Rafael Castillo Zapata (tres volúmenes), el de Victoria de Stefano, el de Ana Teresa Torres.
Muchos más asuntos podrían inferirse de los resultados del breve sondeo: la naturalización de lo metaficcional y de la literatura como tema (The Night, pero también en Lluvia, de Victoria de Stefano, y en La tarea del testigo, de Rubi Guerra); el auge en el uso de mecanismos de lo fantástico (Malasangre, de Roche Rodríguez), de la ciencia ficción (Nocturama, de Ana Teresa Torres) y del registro distópico (de nuevo Nocturama, de A. T. Torres, y Ficciones asesinas, de Ber).
Estos comentarios no pretenden formular conclusiones sobre el resultado del sondeo; menos todavía basándose (los comentarios) en aquellos títulos con más de dos menciones. Los libros que recibieron solo una mención contienen algunos de los rasgos generales expuestos, pero el interés de estas líneas no es otro que describir someramente ciertas marcas de la muestra.
Es probable que este ejercicio resulte un acto de frivolidad o sin beneficios pragmáticos. No obstante, tómese como una pequeña instantánea de nuestra narrativa: esa que se halla estampada en la memoria de algunos colegas y de profesionales relacionados con el medio.