Algo más que un estallido emocional. Entrevista a Alfredo Silva Estrada, por Miyó Vestrini (Fragmento)
04/ 04/ 2016 | Categorías: Entrevistas, Lo más reciente31 de agosto, 1980
«Es difícil parcelar la efectividad de la sesibilidad,
del pensamiento, de la imaginación, de la memoria»
Fue un destacado poeta, ensayista y traductor. Autor de una vasta obra poética reconocida por su rigurosa experimentación con el lenguaje.
Entre sus libros cuentan: Acercamientos (1969), Los moradores (1975), Contra el espacio hostil (1979).
Ganador del Premio Municipal de Literatura en 1981, Premio Nacional de Literatura (1997) y el Premio Internacional de Poesía de la Bienal de Lieja en Bélgica (2001).
Franqueado el umbral del edificio, la frescura y la penumbra lo invaden todo. Son los benditos espacios, altos y anchos, inventados por aquellos improvisados constructores italianos de los años 50.No hay ascensor. Apenas tres pisos. Curiosos y desvaídos murales de colores pasteles, enmarcados en madera, invitan a una perpleja contemplación. En el segundo píso, tras abrir reja y cerrojos, me reciben Alfredo Silva Estrada y su compañera, Sonia Sanoja.
Es difícil explicar el calor que se percibe, cuando una casa abre sus rincones, levanta sus cortinajes secretos y deja compartirse durante unas horas. La curiosidad es siempre la misma: ¿qué harán, qué dirán, cómo caminarán entre esos muros donde transcurren madrugadas, calorones y medianoches? Alfredo y Sonia me instalan en el balcón, sitio predilecto. Se hace caso omiso de los automóviles que pasan infatigables y sólo se perciben árboles, susurros de pájaros que van y vienen, alguna brisa cuando hay suerte, como esa noche, un fresco aguacero. Todas las mañanas, muy temprano, porque ambos son madrugadores, toman café allí…y respiran.
Pienso, mientras escucho algunas divertidas anécdotas, en el posible y perfecto acoplo de poesía y danza. Ella baila y él mira. Él lee y ella escucha. Ella inventa alguna coreografía para él. Él escribe un poema para que ella lo baile. Complicidad no siempre fácil, imagino. Pero complicidad que fluye, real y cálida, como la risa abierta de Alfredo y la músicade tango que promete hacerme escuchar, más tarde.
Ya habrá tiempo para la entrevista. El tiempo pasa sin resuellos y descubro poco a poco la casa: inmensa, fresca, neta. En el luminoso piso de madera de la sala, Sonia trabaja a diario. Y en la cocina, concebida como un pequeño refugio de montaña, se reúnen Alfredo y Sonia para cocinar. Mientras Sonia dosifica el ímpetu culinario de Alfredo, transcurre todos los días, ese momento de la conversación en la que no se admiten extraños.
Alfredo me lleva a «trabajar». Otro ambiente lleno de libros, con butacones inmensos y luces de resplandor dorado. Le pregunto si su último libro, Contra el espacio hostil implica alguna ruptura con todo lo escrito anteriormente.
—Creo que uno siempre vive de rupturas. Pero el caso de este libro, no creo que se pueda hablar de rupturas. Hay un poema del año 1954 y otros libros anteriores. La gente mal pensada creerá que los he incluido para «rellenar» el libro, para que se vea más gordito…
Te imagino muy reflexivo al escribir, muy metódico…
—Nunca preconcibo un libro. El libro se hace después. Y te equivocas: no soy escritor de escritorio. El poema va al papel una vez que está cantado interiormente en la memoria. No te digo que memorizo: sería monstruoso. Pero el trabajo en frío, en el papel, me horroriza.
¿No tienes ningún tipo de horario para escribir?
—No. Hay libros que me toman mucho tiempo. Otros no. Eso pasa, porque el tiempo del poema está un poco fuera del tiempo de la existencia, de ese tiempo golpeado que todos vivimos.
¿Cómo vives, Alfredo? ¿cómo es tu vida de todos los días? ¿te fastidias alguna vez?
—Mira, yo creo que el poeta tiene la vida de todo el mundo. No me fastidio porque tengo mucha gente que me quiere y mucha gente a quien quiero.
¿Y eso es muy importante?
—Sí.Lo afectivo es muy importante.
Pero tu poesía no lo es…
—Dices eso porque no sabes leerme.
Por ejemplo, este libro dedicado a Gego y sus Reticuláreas, ¿es un libro afectivo?
—Ese libro está lleno de afectividad y admiración por la obra de Gego. Es difícil parcelar la afectividad de la sensibilidad, del pensamiento, de la imaginación, de la memoria. Todo eso tiene límites muy arenosos, como las olas cuando pegan a orillas del mar y se forma un dibujo borroso y tú no sabes dónde está la arena y dónde está la espuma. Puede que te parezca cursi como ejemplo, pero creo que eso de dividir las facultades del ser humano en parcelas separadas, no es real.
Fragmento del libro Al filo (Editorial Letra Muerta, 2016)
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