Foto: Lisbeth Salas

La madrugada de este sábado 29 de marzo el país se enteró, con profundo dolor, del fallecimiento de la escritora venezolana Michaelle Ascencio.

Michealle Ascencio era profesora de la Universidad Central de Venezuela en las escuelas de Historia, Antropología y Letras, siendo esta última donde obtuvo su licenciatura en el año 1969. Seis años después, en 1995, egresó como Licenciada en Etnología de la Université d´Etat d´Haiti y obtuvo en 1994 el doctorado en Etnología y Antropología Social de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Fundadora y profesora de la Opción de Estudios Afroamericanos de la Escuela de Antropología de la UCV.

También fue galardonada con el Premio Municipal de Literatural mención Investigación social, por su obra “Del nombre de los esclavos” (Fondo Ed. de Humanidades y Educación, 1984) y con el premio de la Bienal de Literatura Latinoamericana José Rafael Pocaterra, de 1998, por su primera novela «Amargo y dulzon» (Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, 2002; Alfa 2010). Además publicó los libros “Lecturas antillanas” (Academia Nacional de la Historia, 1990), «El viaje a la inversa» (UCV Fondo Editorial de Humanidades y Educación, 2000), «Entre Santa Bárbara y Shangó: la herencia de la plantación» (UCV, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales / Tropykos, 2001), «Gobernadores del rocío» -selección traducción y prólogo- (Biblioteca Ayacucho, 2004), «Mundo, demonio y carne» (Alfa, 2005), «Las diosas del caribe» (Alfa, 2007) y «De que vuelan vuelan. Imaginarios religiosos venezolanos» (Alfa, 2012).

Michaelle Ascencio, quien dedicó su obra a la investigación de las culturas venezolana y del caribe, nuestras religiones, nuestro comportamiento como sociedad y el racismo y sus formas actuales, será una ausencia muy notoria en estos tiempos tan oscuros y convulsos por los que atraviesa nuestro país, necesitado de sus voces más lúcidas. Echaremos en falta su rigurosidad de investigación y su franqueza para hablar acerca de lo que somos los venezolanos.

Paz a sus restos

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