Palabra de Mujer, de Juan Páez Ávila

12/ 07/ 2016 | Categorías: Capítulos de novelas, Lo más reciente

Palabra de mujerEl Coronel Gerardo Arciniegas y el Comandante Juan Gutiérrez fueron recibidos en el club Las Trinitarias por su dueño, Dante Manzanares y éste los invitó a pasar a un reservado especial que había construido para recibir a sus amigos.

—Aquí estamos libres de cualquier espionaje que realizan cuerpos de seguridad de Colombia y de otros organismos policiales internacionales. Creo que juntos con el Gobernador Riobueno me sonsacaron a dos mujeres en quienes yo confiaba ciegamente y es posible que algunas cosas delicadas que ellas habían oído, al lado del Coronel Vergara y de Freddy Chacín se la transmitieran a los enemigos.

—Primero, dime una cosa, Dante ¿no está el Gobernador?

—No. Ese vino una sola vez y creo que a conocer nuestro club, y hoy sospechamos que a tratar de obtener alguna información importante. Mi administradora, que lleva un riguroso control de con quién y cuándo suben las putas a las habitaciones, registra que el Gobernador la única vez que vino, subió con Iris Bolaños, y esa es una de las que abandonó nuestro club y montó una boutique con Penélope, en el Centro Comercial Carohana.

El Coronel Arciniegas recordó que cuando lo nombraron Jefe de la Guarnición Militar, su inmediato superior le reiteró algo que conocía muy bien, que en la frontera había un espionaje nacional e internacional, le recomendó que se cuidara mucho de lo que dijera sobre la violencia en la zona, que era ejecutada por diferentes cuerpos armados, que se echaban las culpas unos a otros, y que nadie sabía quién espiaba para quién.

—Con lo boca floja y echón que era Vergara, es casi seguro que esas mujeres oyeran y conocieran algunas informaciones de nuestras actividades.

—El Coronel Vergara y Chacín estuvieron varias veces aquí, sentados en una mesa en compañía de Iris y Penélope. No sé si acostaron con ellas, pero podemos averiguarlo si es necesario. De lo único que tengo sospechas más o menos fundamentadas, ciertas, es de qué trabajaban o trabajan para el Gobernador.

El Coronel Arciniegas, que era un veterano en inteligencia y contrainteligencia, le preguntó:

—¿En qué fundamentas tus sospechas?

—En que ayer un funcionario de la Gobernación, de apellido Cánchica estuvo aquí y conminó a mi administradora a que le entregara los pasaportes de Iris y de Penélope, porque iban a legalizar su permanencia en Carohana, dedicadas a actividades comerciales.

—Esas muchachas son de buenas familias de Colombia, que las trajeron engañadas y algunos familiares se han dirigido al Gobernador para pedirles su legalización –le expresó a la Reina, mi administradora.

—La Reina dice que ella se asustó porque sabía que Cánchica andaba armado y era hombre peligroso. Lo que se lo ocurrió expresarle fue:

—Dígales que si tienen teléfono que me llamen, para ir a comprarles algo.

—Vaya cuando quiera, es una boutique denominada Iris y Penélope, que queda en el primer piso del Centro Comercial Carohana, que acaban de inaugurar. Si no puede ir todavía, yo le voy a traer unas pantaletas y uno sostenes bellísimos y de muy buena calidad que importan de Colombia –se rió y se retiró.

—Las vigilaremos –dijo el Coronel Arciniegas— porque tenemos indicios de que el Gobernador está comprometido con los paramilitares.

En ese preciso momento el Gobernador Camilo Riobueno daba una rueda de prensa para denunciar la presencia en la frontera de Carohana de unos 1.500 irregulares, de las FARC y grupos paramilitares, fuertemente armados, que actuaban con absoluta impunidad, ante la mirada complaciente del Jefe de la Guarnición, poniendo en peligro la vida y los bienes de los miles de habitantes de la región.

Enterado el Coronel Arciniegas de las acusaciones que le hacía el Gobernador, decidió ejecutar la orden superior que había recibido de tomar por la fuerza, en el momento que considerara adecuado, la policía que comandaba la primera autoridad civil, y desarmarla; se lo comunicó al Comandante Gutiérrez, lo invitó a retirarse y regresar a la sede de la Guarnición. Allí ordenó que el Batallón de Infantería, Pedro Camejo, rodeara la policía y conminara a su Comandante a entregarle las armas largas y sus respectivas dotaciones, que estaban en su poder.

El Jefe de la Policía entregó lar armas sin resistencia, y el Jefe del Batallón regresó a la Guarnición con el armamento.

—Con estas armas, Comandante Gutiérrez, le cumplo a la Comandante Montes, que usted se encargará de llevarle, en un mismo convoy con los 500 fusiles para las FARC.

Antes de salir el Comandante Gutiérrez, el Jefe de Inteligencia de la Guarnición le informó al Coronel Arciniegas, que oyó por una radioemisora que dos hombres armados habían asesinado a dos mujeres en el Centro Comercial Carohana.

—Esas deben ser un par de putas que eran confidentes del Gobernador –le respondió Arciniegas. De todas maneras, Capitán ocúpese de averiguar la presencia de centenares de paramilitares que han debido ingresar en las últimas horas a Carohana, y han podido cometer ese y otros crímenes.

—Entendido, mi Coronel –le contestó y se retiró.

Juan Gutiérrez salió de la Guarnición a las primeras horas del día siguiente, transportando las armas en dos camiones fuertemente custodiados por decenas de soldados a su disposición, mientras él en una camioneta blindaba indicaba el camino. Al llegar a la hacienda Los Cristales se dirigió hacia la Casona, donde funcionaba el Campamento de la Primer Comandante, Isa Montes, pero ésta no se encontraba. Pensó que por razones de seguridad se habría movido hacia la zona selvática más cercana. Ordenó el desembarco de las armas y despachó de regreso, los camiones y la custodia. Del interior de la vivienda salieron Vicente Mosquera y Gregorio Mendoza, edecanes de Isa Montes, encargados de recibirlos a él y al Comandante Pedro, y comunicarles el lugar donde se encontraba.

—Mi Comandante Isa Montes trasladó el Campamento principal a la parte oeste de la hacienda y espera por usted, mi Comandante. Yo lo conduciré al sitio. Gregorio continuará aquí esperando al Comandante Pedro para llevarlo ante mi Comandante Montes.

—¿Quién es el Comandante Pedro?

—Un alto jefe del ELN que envía el Coronel Arciniegas a entrevistarse con mi Comandante Isa Montes.

—Vámonos ya. Ese lugar es sumamente peligroso, vigilado por satélites y aviones invisibles desde Colombia. Debe salir inmediatamente de allí, porque pueden pensar que es una provocación y hasta confundir el campamento de nuestra Comandante, con alguno de un alto jefe de las FARC.

—En pocas horas llegamos, mi Comandante.

—¿Desde cuándo está allí?

—Desde que llegaron París y Elena, dos jóvenes que vienen a incorporarse a la lucha por la liberación y la unidad de la Gran Colombia. El traslado se debió a razones de seguridad, nos dijo a Gregorio y a mí, por si a estos nuevos combatientes los han podido seguir los servicios de inteligencia de diferentes grupos armados que actúan en la frontera, y por el anuncio del Coronel Arciniegas de que venía un Comandante del ELN a entrevistarse con ella.

El Comandante Juan Gutiérrez pensó en todas las informaciones que había recibido, actuando como Jefe de Inteligencia Estratégica del Cuerpo de Ejército que había logrado organizar, disciplinar y preparar para grandes batallas, la Comandante Isa Montes. Todos los grupos armados de la guerrilla y del narcotráfico, se vigilan y sabotean unos a otros, incluso han llegado a enfrentamientos armados, y aunque los han desmontado y se han refugiado en la selva, siguen realizando preparativos para eventuales y próximos combates. Avanzaban por terrenos poblados de árboles gigantescos y sobre ellos caía la noche.

Isa Montes también esperaba al Comandante Pedro del ELN, mientras, recibía una información exhaustiva, por parte de Cirilo y Celina, de la situación política, económica y social de Carohana.

 

Palabra de mujer (Negro sobre blanco, 2015)

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