Rabia, de Jesús Puerta

23/ 03/ 2013 | Categorías: Cuentos, Lo más reciente

autobus quemadoDesde que se sentó frente a mí, en el restaurant, lo reconocí. El mismo carajo fornido, ancho de espaldas, con una melenita y una barbita. Cuando me quemaron la camioneta no le vi bien la cara, pero siempre estuve seguro de que tenía esa barbita y la melena. Para parecerse al Ché, será. Además, ese cuerpo de atleta, robusto, es inconfundible. Yo me comía aquel pabellón y él con sus dos compañeros pidieron unas cervezas. Tenía que salir a trabajar, pero me contuve. Me aguanté hasta que terminaron de beberse la cuarta ronda. Salieron a la parada. Estudiantes. Dios me ayudó: los otros dos tomaron una camionetica y el mío siguió a pie por la calle que sube al barrio. Prendí la camioneta y lo seguí. Puse el cartelón de «fuera de servicio». Me le puse al lado. Lo llamé y le ofrecí la cola. El tipo me miró desconfiado. «¿Para dónde vas?». «Por ahí». Tal vez pensaría que era marico. «Vente, chico, te llevo; ya terminé el día». Me miró con arrechera. Pensaría que era policía. Eran como las dos de la tarde. La calle estaba desierta. Cosa rara, ¿no? «Vente, chico, sube a la camioneta», le dije con fuerza. El carajo se sorprendió al ver la nueve milímetros. Levantó las manos e hizo un movimiento sospechoso. «No corras, coño’e madre, que te mato», le dije, «¡Sube ya!». El tipo arrugó la frente. Tal vez me reconoció. Quiso salir corriendo. Se dobló todo. Esos brutos a veces se dan cuenta de lo que hacen, ¿verdad? Cuando él y los otros, cubiertos los rostros con franelas, me obligaron a parar, apuntándome con unos chopos, ¿habrán escuchado que les decía que acababa de pagar la camioneta? Y después, cuando me la quemaron, ¿Se habrán fijado en mi cara? ¿Viste que estaba arrecho? Dime coño’e madre, ¿te acuerdas de mi cara? ¿Te acuerdas que yo te rogué y no me respondías nada, y dejabas que tus compañeros me insultaran, y tú me mentaste la madre? ¡Responde! ¡Anda, responde! ¡No te hagas el muerto!

Desde que se sentó frente a mí, en el restaurant, lo reconocí. El mismo carajo fornido, ancho de espaldas, con una melenita y una barbita. Cuando me quemaron la camioneta no le vi bien la cara, pero siempre estuve seguro de que tenía esa barbita y la melena. Para parecerse al Che, será. Ya se fueron. Pido la cuenta.

 Del libro: I love k-pucha y otros relatos (Fundarte,1994)

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